Introducción a la filosofía II

Fue sorprendente esa frase de Sócrates. Recuerdo que la primera vez que la leí dije a mis adentros “Sócrates está loco y merecía estar en un manicomio no en la cárcel.” Pero leyendo el diálogo y discutiendo con mis amigos, fui entendiendo varias ideas que la enseñanza del maestro griego contenía. Primero es que es verdad que moriremos y que no podemos escapar esa realidad. Segundo es que la vida se trata de la búsqueda de qué hacer durante el tiempo que tenemos, porque la muerte se acerca con cada minuto que pasa. Naturalmente, si nos detenemos a pensar en esas dos ideas, surge la pregunta: ¿qué es lo más importante que puedo hacer con mi tiempo si es limitado? Esta es la pregunta que se hacía Sócrates y fue la razón por la que decidió abandonarse en la búsqueda de la sabiduría y la verdad. La filosofía es, entonces, el estudio de decidir qué es lo mejor que podemos hacer con nuestro tiempo limitado en la tierra y luego hacerlo. El practicar esto es el amor a la sabiduría, porque es lo que nos hará realmente felices.
Intentaré en estas líneas, pobres pero sinceras, explicar en cuatro a cinco posts que se puedan leer en menos de cinco minutos, los siguientes temas:
  1. el camino que comienza con el asombro;
  2. luego cómo se desarrollan teorías acerca del mundo y la creación de un sistema que lo explica;
  3. el papel que juega la lógica y las cuestiones sobre el más allá: la relación entre la razón y la búsqueda de Dios.
Comienzo con el asombro. Creo que en algún punto de nuestra educación casi todos perdemos la capacidad de asombrarnos. No sé cuál sea la causa de ello, si es porque estudiar física nos aburre o no nos va bien en las matemáticas y luego les huimos o pensamos que leer y disfrutar del Quijote es para geeks. La triste realidad es que perdemos el gusto por las cosas y dejamos de ver al mundo como un jardín que contiene tesoros que no podemos imaginar. Pero Aristóteles dice: «Todos los hombres desean por naturaleza el saber.» (Metaphysica, A) El asombro es lo primero que nos llama la atención hacia un objeto y nos impele a aprender más acerca de él: qué es, por qué existe, cuáles son sus características, de dónde vino y hacia dónde va. Es así como un hombre primero se acerca a hablarle a una mujer: le atrae y le parece bella. Lo mismo es con el mundo. Es como si estuviéramos programados para admirarlo y ver su belleza.
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Si queremos tener una vida llena de significado y de paz, debemos profundizar en este asombro. Mutilar nuestra curiosidad por saber cómo funcionan las cosas del mundo es camino seguro para tener una vida gris, sin emoción, sin el anhelo profundo que nos hace seres humanos: el deseo de saber por qué vivimos y para qué es esta vida. Siguiendo la luz que nos brinda la llama de la curiosidad, los filósofos intentamos indagar en esos misterios de la vida y es así como buscamos desarrollar explicaciones acerca del mundo.

Introducción a la filosofía 1

Esta es una historia personal, tal vez sorprendente. No tengo otro punto de vista desde donde contarla así que lo haré con un tono autobiográfico que, si bien puede quitarle seriedad académica, no por eso dejará de ser un intento de hacer una profunda reflexión acerca de lo que es la filosofía.

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Muchos me han preguntado acerca de mi interés por la filosofía: ¿por qué decidí estudiarla? ¿Qué pensaba yo en el momento en el que decidí que eso quería y que no me enfocaría en estudiar una carrera para conseguir empleo? La verdad es que nunca me preocupó el empleo, no porque yo tuviera una visión o un plan acerca de cómo me desarrollaría profesionalmente, sino que sabía que quería responder las preguntas más importantes en mi vida y que vivir del alimento del alma era más importante para mí que vivir una vida materialmente satisfactoria.

Cuando estaba en mi penúltimo año del colegio, mi papá me ayudó a plantearme dónde estudiar. Él tenía la disponibilidad de pagarme los estudios en el extranjero así que me ayudó a seleccionar universidades en EEUU. La opinión que él tenía era que, como yo no sabía qué estudiar, debía exponerme a una amplia gama de ideas y de materias para poder elegir la que más me gustaba. Poco sabía él, y menos yo, las dificultades con las que me encontraría y la fuerza que esas dificultades le dieron a las ideas que he ido desarrollando a partir de esos años. Lo que puedo decir con certeza, después de diez años de reflexión y de búsqueda, es que concuerdo con la idea de uno de mis mayores maestros: «Me temo que otra gente no caiga en la cuenta de que el único objetivo de quienes practican la filosofía en la manera correcta es practicar para el morir y la muerte.» (Fedón, 64, a-b).