Los tiranos se han vuelto a poner de moda. La pregunta que muchos podremos hacernos es: ¿cómo podemos impedir que haya más de ellos? Todos podemos ser parte de la solución, si seguimos estos cinco pasos.
- Debemos derrocar al tirano interno primero. Si no somos capaces de enfrentar nuestros propios problemas emocionales, psicológicos, profesionales, ¿por qué creemos que tendremos la fuerza para hacerlo en la vida pública? Cuando nos esforzamos por que no nos dominen nuestras emociones, por tener vidas ordenadas y por ser buenas personas, somos capaces de influir en otros y tener vidas llenas de paz. Si no tenemos paz, no podremos dársela a la sociedad en la que vivimos. El mejor bien que le podemos hacer a la sociedad es ser buenas personas, teniendo vidas ordenadas.
- Priorizar mis relaciones interpersonales: aquí también hay orden. Una vez he tenido que luchar contra mis demonios internos, tengo que decidirme a hacer el bien a mi prójimo. Pero, ¿quién es mi prójimo? La palabra misma nos sugiere una respuesta: «prójimo» es la persona que tengo a la par. Pues en esta vida, quienes tenemos a la par son primero nuestros padres y hermanos, luego nuestros amigos, luego con quienes trabajamos y así hasta que se acaba la red de personas que conocemos. Primero debemos hacer el bien a quienes más cercanos están a nosotros, quienes son más prójimos. Así, pues, quien abandona a su familia constantemente para ir a ayudar a pobres, abandonando sus deberes familiares, no hace un buen servicio a la sociedad.
- Defender al débil: una vez somos fuertes, podemos defender a quienes no se pueden valer por sí mismos de los opresores. Podemos enfrentar a un jefe que abusa de una compañera de trabajo, podemos denunciar robos que vemos, podemos intentar incluso impedir actos de violencia, a veces hasta dando la vida por los demás.
- Ser prudente en el uso de la violencia: muchos hemos escuchado el dicho «violencia engendra violencia;» con lo que se quiere decir: si somos excesivamente violentos solamente vamos a lograr que surja más violencia. Por eso, al tener que usar la fuerza para impedir un mal, no la usamos en exceso, sino simplemente lo suficiente para impedir que un inocente sea dañado.
- Enseñar a otros: finalmente, debemos compartir estos cinco pasos y enseñar a otros a ser fuertes, para que puedan combatir en sus propios ámbitos a todos los tiranos que surgen en la sociedad, desde los más insignificantes, hasta los más opresivos y poderosos.
Siguiendo estos cinco pasos, podemos construir una sociedad más pacífica, donde el respeto hacia los demás, el diálogo y la comprensión sean las vías para la paz, evitando la coerción y la violencia.
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