Lo que te hace feliz :)

Descarga una versión en PDF aquí: ¿Cómo alcanzar la felicidad?

Nadie diría que es feliz si no tiene paz. La paz es la felicidad. Pero la paz no es lo que todos creemos. Muchos creen que la paz es la ausencia de problemas, la armonía completa entre nuestros deseos y la realidad. Pero esto no es así. La paz se asemeja más a una montaña que puede ser sacudida por terremotos o abofeteada por las tormentas, pero sus cimientos permanecen sin perturbarse. La paz no es la ausencia de los problemas, sino que tener los cimientos de nuestra vida arraigados de tal forma que no puedan tumbarse ante los infortunios de la vida.

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Pero la paz, entonces, es un efecto, o un resultado de ciertas acciones y disposiciones interiores de la persona. En este ensayo veremos primero que los seres humanos estamos orientados a vivir con significado, orientados hacia un fin, luego veremos cómo solo puede lograrse eso a través de la responsabilidad, cómo esta nos permite ser libres y por último cómo nace la paz de estas condiciones.

No es nueva la idea de que los seres humanos nacimos para ser felices. Pero los filósofos antiguos estaban de acuerdo con que el único medio para ser felices es la virtud:

“el mayor bien del hombre es hablar de la virtud todos los días de su vida y conversar sobre todas las demás cosas que han sido objeto de mis discursos, ya sea examinándome a mí mismo, ya examinando a los demás, porque una vida sin examen no es vida”

-Platón, Apología de Sócrates 38a5-6

[…] decimos que la función del hombre es una cierta vida, y ésta es una actividad del alma y unas acciones razonables, y la del hombre bueno estas mismas cosas bien y hermosamente, y cada uno se realiza bien según su propia virtud; y si esto es así, resulta que el bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud, y si las virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y más perfecta, y además en una vida entera

-Aristóteles, Ética nicomáquea 1098a13

“para vivir apaciblemente basta la virtud en sí misma”

-Cicerón, Sobre la adivinación, II, 2.

Pero la virtud se adquiere a través del uso correcto de la razón. Es decir, para adquirir la virtud debemos saber qué es lo que es correcto para nosotros y cómo aplicarlo a las circunstancias de nuestra vida, en el momento correcto, de la forma correcta, utilizando los medios correctos. De esta forma, podemos definir a la virtud como: utilizar el medio correcto para llegar al fin correcto en el tiempo y medida correcto. Para obtener la virtud, entonces esa capacidad de ser virtuosos debe ser educada: la razón debe ser educada. Y en esto radica el sentido existencial de la educación: solo a través de ella podemos llegar a la felicidad, que es el estado de paz, cuyos cimientos son la responsabilidad y el sentido profundo que tiene lo que hacemos en la vida.

Si la felicidad consiste en adquirir las virtudes correctas para vivir de un cierto modo, eso solo puede lograrse a través de un compromiso diario con vivir de ese modo específico. En otras palabras, la esencia de la felicidad es la responsabilidad. La vida nos plantea un reto y ese reto debe ser contestado. Nos enseña Viktor Frankl:

“Si tuviéramos que repasar rápidamente las claves que hacen que el análisis existencial reconozca la responsabilidad como la esencia de la existencia, tendríamos que comenzar por invertir la pregunta: ¿cuál es el sentido de la vida? […] es a él [al hombre] a quien se le hace esta pregunta, y a que es la vida misma quien se encarga de hacer esta pregunta. Y el hombre tiene que contestarle a la vida con una respuesta que sea su vida misma; tiene que responder siendo responsable; en otras palabras, la respuesta es necesariamente una respuesta-en-acción.” Frankl, El hombre en busca del sentido, 36

Pero, ¿responsabilidad hacia qué, exactamente?

Viktor Frankl nos dice: «Toda libertad tiene un ‘de qué’ y un ‘hacia qué’. » (Frankl, 71). Entendemos libertad en un sentido de acción, una orientación hacia actividades ya sea de la mente, del cuerpo o del alma. Estas tres áreas de la persona, mental, corporal y espiritual, tienen una orientación existencial. Tienen, por así decirlo, un llamado hacia la perfección que corresponde a cada una. Así, podemos decir que la perfección del cuerpo es que haga bien su función: que tenga salud, que no esté impedido de forma artificial o natural, que esté fuerte y que tenga larga vida. La mente es para pensar, para expandir nuestros horizontes y entender mejor al mundo. El espíritu tiene como función la compasión y la comprensión de nuestras propias vidas; es, a saber, la parte más humana de nosotros y que nos permite darle sentido a nuestras vidas.

La responsabilidad existe en torno a esas tres áreas, en que debemos llevarlas a su propia función. Estamos delimitados por esas tres áreas y son las que nos dan contexto para existir. Sin un compromiso fuerte por llevarlas a esa perfección, no tenemos libertad porque se pierde el sentido de lo que hacemos. La responsabilidad es lo que nos permite ser totalmente libres.

Pero normalmente tenemos enemigos en nuestra educación y tenemos que formar a nuestro intelecto, a la razón, para que pueda identificarlos y luchar efectivamente contra ellos. El estar en la condición de poder hacer esta lucha le llamamos libertad también, porque es un compromiso responsable hacia llevar a nuestras vidas hacia la orientación existencial que tienen. Es por eso también que nadie está limitado a ser libre por factores externos, porque la libertad es un compromiso: es vivir responsablemente sin importar las condiciones externas.

Por eso, los antiguos habían desarrollado las artes liberales: las artes que nos llevan a estar situados en la libertad. Tradicionalmente eran siete, divididas en dos grupos: las de la mente y las del mundo. Y ese que les llamaban artes porque consistían en el proceso de transformación de sí mismos hacia seres libres. A través de las artes liberales se hacían artífices de su propia persona.

La felicidad es, pues, vivir responsablemente, comprometidos con ser libres y decidir el bien para nuestra propia persona. Es una lucha constante en contra de lo que nos tira hacia la mentira, la destrucción y la violencia. Es ahí, en el silencio interior de cada persona, en el sufrimiento qué hay por vivir los ideales que tenemos, donde está esta lucha.

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