
Publicado originalmente en https://feylibertad.org/que-es-la-izquierda-ii/
Leyendo las noticias sobre los eventos ocurridos en las últimas dos semanas, encontré una que me llamó mucho la atención: uno de los editores líderes del Philadelphia Inquirer renunció después de que la publicación de un artículo llevara a la renuncia masiva de periodistas. Brevemente, el períodico publicó el titular “Los edificios importan también”, en defensa de los edificios defenestados por los manifestantes que claman “Las vidas negras importan.” Ofendidos, renunciaron reporteros en masa y provocaron el arrepentimiento y dimisión del editor en jefe, Stan Wischnowski. Leyendo una opinión publicada en el Wall Street Journal sobre este mismo suceso, que señala la propensión a clausurar el debate, pensé en el último artículo que escribí y en cómo en este desafortunado suceso se reflejan algunas de las características esenciales de la izquierda o los liberales, como son conocidos en EEUU. Estas características tienen el efecto devastador de arrollar a sus opositores y aquí quiero exponer por qué, aunque de forma limitada.
En mi último post, describí muy brevemente cómo la izquierda tiene dos ideas que la guían: la liberación y la justicia social. Mencioné de paso que la izquierda tiene un propósito, como nos dice Roger Scruton: “La meta es captar aquel poder, y usarlo para liberar a los oprimidos, distribuyendo todos los activos de la sociedad según los justos requerimientos del plan”1 (Scruton 2015, 13). Esta meta no permite cuestionamiento, pues las dos luces de liberación y justicia social impiden que se la cuestione. El efecto secundario de buscar esta meta es que los derechos individuales quedan totalmente suprimidos, pues hasta que las estructuras de dominación no hayan sido purgadas y el poder no haya sido captado, todo debe servir la causa, los justos requerimientos del plan. En otras palabras, el fin justifica los medios.
El editor del Philadelphia Inquirer que se vio forzado a renunciar es un liberal y aún así ha sido utilizado como parte de la maquinaria para desentramar las estructuras de poder. Lo único que hizo fue autorizar un artículo2 en su periódico argumentando que el daño que las recientes protestas en EEUU habían causado a los edificios perjudicaban la propia causa que las protestas buscaban impulsar. Pero descubrir la verdad y señalar la justicia como se ha comprendido tradicionalmente no son valores de la izquierda, pues ante la opinión de quienes buscan desentramar las estructuras de dominación, criticar las protestas es equivalente a socavar los cimientos del esfuerzo por captar el poder.
Y este es un ejemplo pequeño del fenómeno liberal que quiero ilustrar: que las prácticas de izquierda para acceder al poder a toda costa destruyen el concepto de los derechos humanos universales. Lo dice Scruton mejor que yo, cuando resume las ideas de Dworkin: “Una práctica en la cual individuos de algún ‘grupo desfavorecido’ históricamente son admitidos a una ventaja desde la cual otros con mejores cualidades son excluidos claramente supone un reto a la idea de los derechos humanos universales, los cuales pertenecen a cada persona como individuo” (Scruton 2015, 61). Es decir, no se puede profesar querer los derechos humanos universales y luego favorecer con activismo político a un grupo de personas, por más oprimidas que hayan sido estas en el pasado.
La izquierda es peligrosa porque busca el poder para poder destruir a los enemigos de la causa. Como el anillo en la gran saga de El señor de los anillos, las ideas que suponen los cimientos intelectuales de la izquierda no pueden ser usados para el bien. El problema es que si se usan para lograr fines democráticos terminan fomentando el totalitarismo. Quienes usan las nociones marxianas de la dialéctica materialista y la ciencia del marxismo para desentramar supuestas estructuras de dominación, realmente corren el mismo riesgo que Saruman: serán devorados por el poder que buscan usar para un mal escondiéndose como bien.
[1] Scruton, Roger. 2015. Fools Frauds and Firebrands: Thinkers of the New Left. London: Bloomsbury Continuum.
[2] El artículo, originalmente titulado “Buildings Matter Too,” ha cambiado de nombre. En la página se encuentra una explicación de parte del periódico de su razonamiento para cambiar el título y pedir perdón por dañar (sin intención de hacerlo) el movimiento de Black Lives Matter.